lunes, 7 de enero de 2008

Jorge Naparstek



*

Jardín de movimientos.

Pasadizos de pájaros
en el aire caliente.
Dentro del amaranto
de los aloes,
tarde de colibrí.
Desde el aire
miran,
los gigantes verdes.
Se dejan llevar.
Ascienden,
en brazos de remolino.



*
caja negra

hasta los juegos de la voz
recorren hilos invisibles
lanzadera ciega
guiada por el tacto
el golpe seco
aprieta el tejido
lo envuelve
acepta:
bienvenido a ese mundo
de criaturas imprevistas
ésa
lleva tu sonrisa
aquel otro
mira
como alguien que conocí
cicatrices que escapan a los ojos
cada pensamiento
fraguado al rojo
deja una marca
conciencia sin conciencia
así
como se adelanta la sombra de una mano
la boca busca un pasadizo que ceda
trepar la franja del espectro
hacia distancias más cálidas
el pájaro
reconoce la porción de cielo
ocupada por su aliento
reverso del fuego
hacia su extinción
maquillaje de ceniza
en la frente del saddhu
río y soledad
todo grabado
en memoria provisoria
antes de caer
*
posología

azul sobre negro
cuatro cortos oasis
puntúan su día
busca su dosis de eternidad
debajo de la cama
zapatos, arañas y polvo
miedo a la demencia
¿no es ya su confirmación?
mejor mirar la tarde
lila sobre verde
ella espera
sentada entre pétalos caídos
sobre un árbol invisible
un carpintero repite su llamado


*

sin despertar levanta la cabeza
el corazón
recubierto por su propia cera
sale ileso del incidente
la próxima caída
puede ser definitiva
frente a la pared
hay algo para la mirada hambrienta
en el mapa
la ruta respira rojo
el final del verano es peligroso



*

guarda faro
otro día entre espejos
cristales
el polvo se acumula en los resquicios
entre dientes de engranajes
filamentos que irradian hacia el vacío
acróbata bailando
mecanismo de relojería
con cada giro
se descascara un pedazo de oscuridad
la luz se aleja desconocida
ya no hay gravedad que la retenga
en puntillas
sin dejar vestigio
cada noche renueva el intento
caligrafía de viento estelar
entre las piedras
llega silencio


*
Por enésima vez abre el correo,
Antigua maga del cópipeist,
hoy deambula
entre mundos herrumbrados.
Se interna en la espesura.
El paso de su cuerpo
deja vagos rastros en el aire.
No sabe si entregar
la punta del ovillo.
Tiene miedo
de acabar como trofeo,
junto a un jabalí.
Escapa con su lámpara,
Encandilada por los malabares,
su fantasma
se resigna a un ropero apolillado.
Se mira
en la fotografía satelital de su miedo.
Trapecio hasta otro cuerpo,
sobre un público boquiabierto
de pirañas expectantes.
El rayo parte al árbol,
multiplicación de los cuerpos.
Hambre de mitades diferentes,
irreconciliables. Mientras sueño
ondas concéntricas,
alrededor de una piedra que se hunde.


*

frágil
resentidas por exceso de humedad
las flores del cedrón no están tan blancas
moreras y nogales dan la alarma:
otoño
el corazón
ya no cuenta demasiado
lo inestable
tan desnudo
volando en círculos dentro de una nube
la mente se detiene
picaflor suspendido
¿frente a qué?
aterrizaje de emergencia
estrella que se incendia
clavada
entre mariposas exóticas
Jorge Naparstek (1953)
Gracias a Romina, Sonia, Int, Anú, Huayra, Xangó, flia. y amigos.



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