lunes, 7 de enero de 2008

Ignacio Antonio







Ignacio Antonio


*
Si se tiene, se muere:
pensamiento barato.
Imágenes que asustan en las esquinas filosas
o en los pasillos-pesadilla.
Manchas amarillas
en las tardes pantanosas,
reclamos que nacen a gritos y golpes indignados.
En la imaginación tímida
arteramente ahogados.
En el silencio turbio de tu incertidumbre.
Tenebroso Septiembre,
primavera de monstruos.
Criaturas horrendas que tienen tus rostros
y yacen en distintas poses mortuorias.
Todas posibles destinos
de peligrosas poses amatorias.

*
Las ondas cenitales
de la pesadilla fresca
que amanecía a mi lado,
en tu cama, demasiado vacía,
aturdían mi glándula blanca.
La negra sacaba ventaja
y segregaba con fuerza
deseos de escapatoria,
furtiva antes de que el amanecer
se explayase.
¿Dormías o vigilabas
mi caminata neurótica,
en círculos,
buscando cucarachas
fugitivas de mi sueño?
¿Las buscaba,
nacaradas y enormes
en tu cielo raso
o acaso inventaba retrasos
insólitos que postergaran la huída?
Incertidumbre.
Mala costumbre
de nuestro amor incierto.
Situación final,
humo,
mero desconcierto
perpetuándose
hasta el infinito.


*
Premonición roja
de apariencia pareja.
Congoja
que fusiona la ciencia
oculta en tu puño
con el oscurecimiento
mayúsculo, huraño,
de tus ojos.
Bocanadas enteras
de apaleamientos
hechos con madera
de roble implacable.
Se cuelgan de tu boca
envolviendo con urgencia,
sin clemencia,
con tesón,
tu toro salvaje
que a la razón sofoca.
Siempre posible asesino.
Falible demoledor
de objetos valiosos
para la paz.
De fieros
esbozos de infierno
capaz.


*
Vistas impecables,
pero extrañas,
del día de la fiesta,
cuando todos tomamos
el cáliz sagrado.

Deshaciendo moléculas
con las yemas de los dedos,
galopando danzas tamboriles
con cada uno
de los músculos pertinentes.

Vacilantes orgías simbólicas,
con ojos que se fijan
en diferentes espaldas.
Retrasan la escalada del deseo,
pleno a las 9.30 a.m.
Piernas sin censura,
desprejuiciadas, villanas
¡Siembren libido!
Al ritmo de las luces paganas,
que cuando el efecto se apague
nos aburriremos
de nuevo.

*
Una fantasía rockera
que se enciende
si tu ojo
se concentra en mi pupila
es el regalo
que me hace cualquier noche complaciente.
Grito y aquelarre,
salvajada desmedida
de los beats que nos aplastan
con amabilidad.
Son continua tempestad
hasta que nos durmamos,
mientras todo se despierta.

*
Las gélidas palmas
de la decadencia
juegan con nobleza,
crudas en tus manos.
Acechando,
antiguos designios lejanos.
Peinado con hiel
de flores amarillas
tu cabello fino
luce tornasoles,
lumínica
música en turbios bemoles.
Y siempre despierta
la tormenta suave,
de urgencia y de muerte,
danza de tus piernas.
Ampuloso y fuerte
eco en tus cavernas.
Librado a la suerte,
perdiendo la llave.
Pecas mientras sueñas,
vives mientras lloras.
Clavas en tu lecho
minutos y horas.
Sonámbulo comes
frambuesas y moras
del bosque-veneno.
Fraudulenta escena
de un mito que adoras.

*
Como si no resbalara
una gota de sadismo puro
por la frente,
se abre el vientre:
Bienvenido al mundo.
Una vez te di a luz
y a sombra
te doy
ahora.
*
Con violencia imprevista
arriba un canto sonoro,
desbordante de pasión.
“Por las astas al toro”
parece ser su canción.
Presagio de un final.

Los que se cansan no pueden
luchar contra la añoranza
de abandonar el hastío existencial.
Los que de verdad se hartan,
con fiero temple marcial,
dejan de ser o son.
Absolutismo fatal
de la reivindicación.

Ignacio Antonio (1983)
A mis amigos y amantes.
ign.antonio@gmail.com

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